Aguas estancadas
Los aplausos duran mientras suenan. Hace menos de una semana hemos estado celebrando las optimistas cifras del Imacec y las mejores perspectivas empresariales en nuestro país que, luego de una ardua temporada, por fin vemos aparecer. Sin embargo, se nos olvida que esto no pasa más allá de un repunte cortoplacista que nos impide pensar más allá de los titulares de la semana.
Hace pocas horas, el IPCC acaba de sacar su último y urgente reporte, el cual el Secretario General de la ONU destacó como “un código rojo para la humanidad” y en donde se señala que los impactos del calentamiento global ya se han instalado a largo plazo y que ello se debe, principalmente, a una feble ejecución de los esfuerzos privados y gubernamentales por dar respuesta a este importante problema.
A lo planteado por el IPCC, podemos agregar que, según el Grupo de Investigación Antártica de la Usach, a nivel local hoy nos enfrentamos a una mega sequía irreversible que ha sido acompañada de una serie de impactos medioambientales colaterales, cuyas cifras actuales aparecen como las peores de los últimos 23 años. Ante la pregunta sobre la reversibilidad de este trágico escenario, los expertos han sido categóricos al decir que ya no hay vuelta atrás y que solo podemos esperar una detención del empeoramiento.
No me malentiendan, con esto no quiero simplemente opacar una buena noticia que esperamos durante tanto tiempo. Mi urgencia al escribir radica en una necesidad de una mirada social de anticipación y de largo plazo que nos permita hacernos cargo de los desafíos que definirán nuestro futuro y que, más que pronto, determinarán las barreras que deberemos sortear como país y planeta.
Uno se pregunta entonces, ¿qué estamos haciendo para enfrentar este desafío de largo plazo? ¿Sirve de algo mirarnos las narices cada día, sin pensar en el mañana, en los próximos 50 años? ¿Basta con contentarnos que otros deben hacer un mayor esfuerzo porque contaminan más? De más está decir que las múltiples soluciones al cambio climático que se han planteado durante el último tiempo han pasado casi desapercibidas o a un plano casi anecdótico en nuestro país.
La reducción del uso de combustibles fósiles, la electro movilidad, la inversión en un I+D que nos permita innovar y generar valor sustentable a la economía y la sociedad, son solo algunos de los ejemplos que solo algunos, demasiado pocos, han considerado como parte de su estrategia: ya sea por razones económicas de corto plazo, una actitud medrosa ante el riesgo de la novedad o simplemente comodidad ante los hábitos que se han mantenido durante tanto tiempo, esto ha derivado en un estancamiento de unas aguas, que de no cambiar nuestra perspectiva, podrían desaparecer.
Alejandro Inzunza, socio Symnetics