El futuro de la educación: cuestionando y repensando

El país y el mundo está enfrentando una serie de cambios en distintos planos: social, político, económico e incluso, en lo que respecta a los sistemas educativos. Hoy más que nunca se ha plasmado esta situación producto de la emergencia sanitaria que ha generado el COVID-19.

Con este virus extendiéndose de una manera veloz por Asia, Europa, Medio Oriente, Estados Unidos y Latinoamérica, se han debido accionar medidas que buscan dar continuidad, en la medida de lo posible, de las labores diarias. Así, durante estas semanas, colegios y universidades han enfrentado nuevos desafíos, siendo uno de los más grandes tener que impartir clases online a toda la comunidad educativa.

En esa línea, el ministerio de Educación lanzó una plataforma online con textos escolares digitales. Mientras que en otros países, como China, 120 millones de personas pudieron aprender por transmisiones de televisión en vivo, según publicó The Wold Economic Forum.

Ciertamente, con una comunicación a distancia y frente a un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) los modelos que sustentan a organizaciones educativas también sufren cambios. De hecho, diversos factores hacen pensar a algunos expertos que la industria de la educación sufrirá la próxima disrupción, tal como ya ha sucedido con la industria retail (Amazon), de transporte (Uber) y la música (Spotify). Uno de esos factores que consideran es que el costo de la matrícula y mensualidades en continuo aumento, están fuera del alcance de la mayoría de las familias en el mundo.

En esta misma línea, el artista, diseñador y activista chileno con base en Nueva York, Sebastian Errazuriz, ha mencionado “como consecuencia de la pandemia, las universidades tendrán que lidear con estudiantes demandando que se bajen o congelen las mensualidades, dado se darán cuenta que pueden recibir una educación de calidad vía online y no vale la pena pagar altos costos endeudándose por décadas”.

Universidades como la San Sebastián ya se están enfrentando a esta situación, desde principios de abril del 2020, más de 10 carreras se han paralizado demandando una rebaja del 50% del arancel, considerando que las clases ya no son presenciales y no están haciendo uso de la infraestructura de la casa de estudios.

Si observamos la deuda asociada a la educación en el caso de Chile, entre 2006 y 2018 los bancos han entregado 7.657 millones de dólares en créditos CAE, unos 5,3 billones de pesos chilenos (millones de millones) a más de 870 mil estudiantes. Si comparamos, la deuda total de los deudores CAE, esta equivale al 10,4% del Presupuesto Nacional para el año 2019 y se podrían financiar 43 “Plan Araucanía” con este monto adeudado.

Para hacernos cargo de estas necesidades y problemáticas hace falta aplicar la innovación al interior de las universidades, sin embargo, estas se han preocupado de estar a la vanguardia de la investigación e innovación en casi cualquier otro campo, dijo Gordon Jones, decano fundador de la Facultad de Innovación y Diseño de la Universidad Estatal de Boise. Pero cuando se trata de reconsiderar la estructura propia, «han sido muy reacios al riesgo».

En esta línea y exigidos por las demandas de los empleadores y estudiantes, especialmente la próxima Generación Z, y considerando las consecuencias que está generando el Covid-19, algunas escuelas en Estados Unidos como Boise State y Southern New Hampshire University, están comenzando laboratorios para ayudar a las personas a aprender de manera más efectiva, unir sus habilidades con los trabajos y reducir sus costos.

Es observando estas señales, que futurólogos como Thomas Frey, prospectan que podrían surgir universidades por suscripción o “micro universidades”. Lo que transformaría la forma en que los estudiantes pagan por la educación superior. En lugar de inscribirse, por ejemplo, podrían suscribirse a la universidad; por una tarifa mensual, podrían tomar los cursos que deseen, cuando lo deseen, con acceso a largo plazo a asesoramiento y ayuda profesional.

El Instituto de Tecnología de Georgia EEUU es uno de los lugares que está considerando un modelo de suscripción, dijo Richard DeMillo, director de su Centro para las universidades del siglo XXI. Incluiría el acceso a una red mundial de mentores y asesores y «lo que sea que alguien necesite hacer para mejorar su situación profesional o adquirir una nueva habilidad u obtener comentarios sobre cómo van las cosas».

Plataformas como Coursera, también se están haciendo cargo en parte de esta problemática. De hecho, debido a la emergencia sanitaria, la plataforma decidió otorgar acceso gratuito a las universidades a su catálogo de cursos. El CEO de la firma, Jeff Maggioncalda, informó:

“Proporcionaremos a cada universidad del mundo afectada acceso gratuito a nuestro catálogo de cursos a través de Coursera for Campus. Las universidades pueden registrarse para brindar a sus estudiantes los más de 3,800 cursos y 400 programas especializados creados por las universidades e industrias de mayor prestigio que trabajan con nosotros”.

De hecho, en las últimas semanas la Universidad de Duke ha hecho uso de Coursera for Campus para atender a los estudiantes de las instalaciones ubicadas en China. La aceptación por parte de los estudiantes se dio de manera pronta y efectiva, por lo que de ser adoptado por otras instituciones puede ser un recurso efectivo para ayudar a reducir el impacto del coronavirus.

Pese a que no existen respuestas concretas sobre el futuro de la educación, lo cierto es que el mundo está cambiando y los nuevos escenarios implican una necesaria mirada en prospectiva, que repensemos en conjunto entre el Estado, instituciones, privados y ciudadanos la educación y co-creemos el futuro.

Cuando la crisis disminuya, ¿es mejor que todos los estudiantes regresen al aula y continúen con el statu quo? ¿O habremos encontrado una mejor alternativa?