El Futuro del… Agua

Probablemente, el futuro del agua forma parte de una de las tramas más controversiales junto al impacto que el calentamiento global está generando en la sociedad, en las empresas, el mundo agrícola y quienes necesitan del recurso hídrico para funcionar en su día a día. Vale decir, todos.

Existe una preocupación generalizada, y muy bien fundamentada, sobre qué pasará con el agua de aquí al 2050. Son 30 años, en los cuales podrían darse una infinidad de escenarios, pero donde todo girará en torno a lo mismo: ¿qué tan afectados estaremos producto del estrés hídrico los 7.500 millones de habitantes que la Tierra tendrá en aquel momento?

Según estudios de la NASA y la Agencia Aeroespacial Alemana, la demanda de agua crecerá un 55% en los próximos 30 años, viéndose un foco especial en el sector industrial, pero también en la producción eléctrica y uso doméstico; el problema será de tal magnitud, que 3.900 millones de personas sufrirán estrés hídrico, es decir, que la demanda de agua será más alta que la cantidad disponible durante un período determinado de tiempo: si hoy el agua es un bien preciado, indudablemente en 30 años más será aún más.

Paralelamente, la realidad de los acuíferos paraliza a las autoridades: las mismas entidades nombradas han desarrollado estudios en 27 de ellos, de los cuales 21 están perdiendo agua de manera constante, 1/3 agota sus reservas, 8 están estresados y 5 muy estresados. Una alerta que viene de hace tiempo, y que muy pocos han querido escuchar. ¿Será que más temprano que tarde los tomadores de decisiones reaccionarán y anticiparán aquellos contextos de crisis que en algún minuto afectarán a toda la raza humana?

Las predicciones estiman que para el 2050, entre 4.800 y 5.700 millones de personas vivirán en áreas con un estrés hídrico importante durante al menos un mes al año. Un aumento considerable en comparación con los 3.600 millones actuales, sumado a que las inundaciones serán un riesgo para 1.600 millones.

Asimismo, se estima que las precipitaciones disminuirán aún más en aquellos cinturones de sequía que van desde México hasta el oeste de América del Sur, Sudáfrica, Australia y el sur de Europa, y considerando el hecho de que un tercio de aquellos lugares ya se encuentran en peligro, la opción de suministrar agua de manera subterránea dejará de compensar la escasez de agua.

Sumado a la insolvencia del elemento más vital del mundo, está también la calidad de este, el cual desde la década de los ´90 viene sufriendo un grave deterioro producto de la contaminación que viene afectando a gran parte de los ríos asiáticos, africanos y sudamericanos. De hecho, se anticipa que dicho deterioro será aún mayor durante los próximos veinte años, principalmente por el uso de fertilizantes y otros agroquímicos que cargan los suministros de agua dulce.

Con todo esto, la disponibilidad de agua se verá gravemente afectada para las necesidades humanas más básicas, y pondrá en peligro el acceso al agua potable y el saneamiento de miles de millones de personas a lo largo del mundo. No cabe duda de que estamos a vistas del mayor reto de la humanidad de los próximos 30 años.

Ante ello, solo nos queda una pregunta, ¿qué es lo que vamos a hacer?