El valor social de la productividad
Hace algunas semanas, el último Ranking de Productividad nos dejó una vez más muy mal parados, ubicando a Chile en la peor posición histórica: puesto número 44 dentro de 64 países medidos. Esta baja es sistemática desde hace ya más de 15 años, cuando logramos nuestra mejor posición en el puesto número 15.
Y es que la palabra “productividad” se ha asociado tan sólo a una elite que, pudiendo carecer de empatía, se refiere a ellas en términos meramente económicos. Si bien la Real Academia Española la define como “la relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.”, lo cierto es que la amplitud de su posible impacto a nivel social lleva a la necesidad de reconsiderar su significación cultural, en tanto es a partir de la productividad que podemos desarrollar una serie de avances en materia social.
Si bien los empresarios y trabajadores parecieran ser los únicos protagonistas de la productividad, el Estado tiene un rol fundamental en la promoción del emprendimiento y la innovación, factores claves para mejorar la productividad y de paso el bienestar de la sociedad. Tal como señala Mariana Mazzucato en su libro “El Estado Emprendedor”, el Estado debe apoyar aquellos emprendimientos que generen valor para los países.
Hoy estamos comenzando un proceso constituyente que nos regirá por las próximas décadas y sería de vital importancia agregar estos temas como elementos necesarios para poder competir en la nueva economía que se abre en el mundo a partir de emprendimientos de distintos tamaños, jugando en un mismo ecosistema. Si hacemos de Chile un país emprendedor, esto posibilitará que contemos con los recursos necesarios para que aquellos derechos que tanta falta hacen puedan verdaderamente estar garantizados. Pensemos en el real valor social de la productividad.
Alejandro Inzunza, socio Symnetics