Cercando la brecha de género: un desafío social urgente

Por Angélica Iriarte, Gerente general de Symnetics Chile

La brecha de género persiste como una fisura en el tejido social, una barrera que refleja no solo desigualdad, sino también un derroche de potencial humano y económico. Es esencial entender la situación actual de la mujer para abordar esta brecha de manera efectiva, pues se trata de reconocer y atender sus necesidades para desempeñar su trabajo de manera óptima, mientras se garantiza su derecho a la maternidad y se protege su desarrollo profesional.

En este sentido es imperativo, y a estas alturas primordial, enfrentar el desafío del pago justo o “salario digno” que, según la metodología aplicada por Wage Indicator Foundation, debiera ser calculado sobre la base del costo de vida y lo que se necesita para un nivel de vida que se considere digno, en un lugar determinado y durante un horario laboral normal. Sin embargo, estas consideraciones no siempre se traducen en un salario justo para la mujer. Muchas veces la desigualdad salarial se produce desde el momento de su contratación (es el caso de las mujeres en edad fértil, por ejemplo), limitando las oportunidades y haciendo muy difícil revertir a un equilibrio posterior.

El sesgo salarial y las barreras de desarrollo basadas en el género son injusticias arraigadas en muchas estructuras laborales. Por esta razón es crucial que la legislación existente se implemente de manera efectiva, de lo contrario, corremos el riesgo de quedarnos en meras promesas vacías, sin los impactos tangibles que se esperan de dichas leyes.

Por otro lado, la participación de las mujeres en el mundo laboral no solo es un imperativo moral, sino también una oportunidad económica sin explotar. El Banco Mundial, a través de su informe «Women, Business and the Law”, destaca la importancia de la actividad laboral femenina en la economía mundial, determinándola como una palanca que “desbloquea la productividad económica, reduce la pobreza y profundiza la cohesión social”, mostrando en la igualdad de género un potencial de desarrollo invaluable. Esta oportunidad requiere que la sociedad ponga su foco en eliminar las barreras sistémicas que impiden el pleno desarrollo y la participación equitativa de las mujeres en la fuerza laboral.

Pero la frustración es palpable -tanto para las mujeres que buscan un desarrollo profesional justo, como para la sociedad en su conjunto- que se ve privada de aprovechar plenamente el potencial de la mitad de su población. La lentitud y la incapacidad para implementar cambios significativos solo perpetúan la desigualdad y la ineficiencia en la gestión social.

Cerrar la brecha de género no es solo una cuestión de equidad, sino también de pragmatismo económico y desarrollo social. Es hora de que la misma sociedad asuma la responsabilidad de abordar estas brechas de manera seria y efectiva. Esto implica no solo cambiar las leyes, sino también transformar las mentalidades y las prácticas en todos los niveles de la sociedad: solo entonces podremos avanzar hacia un futuro donde el género ya no sea una barrera para el éxito y la realización plena de cada persona.

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