Industria Celulosa, una nueva oportunidad

Por Samuel Toro, socio gerente de Symnetics Chile

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de participar en un encuentro latinoamericano de liderazgo, en donde Otto Scharmer, creador de la Teoría U, tituló su discurso con la siguiente frase: “colectivamente creamos resultados que nadie quiere”.

Estas últimas semanas el precio de la celulosa ha escalado a niveles impresionantes, alcanzando los 868 USD/Ton (Fuente: Bloomberg), lo que ha tenido un impacto significativo en la valorización de las acciones de Copec y CMPC, como complemento de la cartera de inversiones que está planteando la industria para el mediano plazo.

Sólo en Brasil, Arauco está considerando invertir sobre US$ 3.000 millones a contar del año 2025 y CMPC otros US$ 4.500 millones. Pero ¿qué ventajas tiene Brasil, por sobre Chile, para tomar este posicionamiento en la industria forestal? Tres razones concretas: Primero, por el tiempo de maduración del eucaliptus, la cosecha resulta 50% más productiva, en la región amazónica vs. en el suelo chileno. Segundo, existe mayor certeza y seguridad para la continuidad de la industria, dado que los códigos ambientales fomentan la industria forestal. Y tercero, la operación de CMPC ha sido bien valorada por los distintos stakeholders de Brasil, calificándola como un “buen vecino”.

Chile tiene una larga tradición forestal, somos pioneros en el desarrollo silvícola con robustas áreas de investigación y desarrollo tecnológico, además de conocer y  desarrollar toda la cadena productiva (silvícola, aserraderos, remanufacturas, celulosa, paneles), lo que nos da un posicionamiento competitivo a nivel mundial.  Entonces, ¿por qué estamos generando resultados que nadie quiere y que hacen inviable la operación en distintos centros de producción en la Octava Región?, ¿qué motiva a los conglomerados más importantes del país en su decisión para invertir en Brasil?

Las razones, muchas. Los conflictos sociales creo son los principales gatillantes en invitar a mirar más allá de la frontera. Por ejemplo, este año, el puerto de Coronel estuvo 45 días paralizado, entorpeciendo la principal vía de salida de los productos forestales al mundo. Por otro lado, la más grave de todas, es la delincuencia frente al robo de madera y la toma de predios forestales, impactando la cadena logística y dejando una zona del país atemorizada y sin libertad.

En cuanto a los desastres naturales, la intencionalidad en los incendios forestales sigue al alza, generando un impacto en el costo de producción y un daño patrimonial tanto a sectores industriales, como a personas naturales. En materia de legislación ambiental la industria de la celulosa, al igual que la del cobre, no tienen “buena prensa”, por lo tanto, las sobre exigencias ambientales limitan el payback de los proyectos. Y por último, la falta de visión empresarial ha limitado la gestión en la industria, con una mirada de corto plazo y sin incorporar en la mesa a todos los stakeholders implicados.

Por eso, la pregunta que debemos hacernos es ¿queremos seguir generando estos resultados que nadie quiere o seremos capaces de sentarnos, escucharnos y establecer un nuevo pacto para el progreso? Eso espera Chile de esta industria.

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