Productividad minera en Chile: actuar desde la interdependencia en tiempos complejos

Rodrigo Sion, consultor senior Symnetics Chile

La minería chilena proyecta un año récord en producción, con estimaciones que superan los 5,8 millones de toneladas de cobre, según Cochilco. Sin embargo, detrás de estas cifras persiste una tensión estructural, pues la productividad del sector ha disminuido cerca de un 10% en la última década, lo que continúa siendo un desafío a pesar del avance tecnológico.

A lo anterior se suma la creciente necesidad de atraer y retener talento, con proyecciones que indican que se requerirán cerca de 26.000 nuevos trabajadores para 2028, especialmente en áreas clave como sostenibilidad, ciencia de datos, ingenierías y tecnologías emergentes. Es por esto que no basta con producir más: el verdadero desafío está en cómo, con quién y desde qué relaciones se genera ese valor.

Tradicionalmente, hemos entendido la productividad como eficiencia individual: hacer más con menos, reducir costos, automatizar, controlar. Pero esta visión ya no es suficiente. En un entorno donde la sostenibilidad, la legitimidad social y el desarrollo territorial son condiciones básicas para operar, la productividad debe medirse por su capacidad de generar valor a partir de las relaciones de colaboración, interdependencia y propósito compartido

Esto requiere un cambio a una mirada sistémica con nuevas formas de observación, análisis, medición y acción. Nuestra experiencia en el sector minero nos ha demostrado que cuando se aborda la productividad como un fenómeno relacional, el impacto se multiplica y la productividad deja de ser un asunto técnico, pasando a ser una palanca para transformar la manera en que se crea valor. 

Metodologías como Should-Cost pueden ser trabajadas con esta perspectiva, cuando desde un enfoque estratégico están dirigidas a analizar el potencial de creación de valor del negocio, más allá de solo reducir costos. Existen también otras herramientas como el impact-weighted accounting, desarrolladas en Harvard Business School, que traducen en términos financieros el impacto social y ambiental de las operaciones. Aplicar este enfoque, junto con nuevas tecnologías, permitiría visibilizar en la minería el valor generado por iniciativas territoriales, el desarrollo de proveedores locales o la regeneración ambiental.

En un contexto global marcado por el alza de costos y tarifas, la transición energética, nuevas tecnologías y la presión por una minería sostenible, Chile tiene una posibilidad histórica: no solo liderar en volumen de producción, sino también en una nueva forma de concebir la productividad como una expresión de la inteligencia colectiva, mirada territorial y la interdependencia. Una oportunidad que nos invite a dejar atrás la lógica de competencia aislada y a avanzar hacia ecosistemas de colaboración, donde cada actor aporte a una minería más resiliente, justa y alineada con los desafíos del siglo XXI.


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